By Rosalie Mattiola, Traducido por William Giller
Este documento es un extracto de una tesis redactada en primavera 2017. Véase aquí para poder leer el documento entero y ver las fuentes.
Introducción
Mortalidad
Entre 1997 y 2013, Chile experimentó un cambio en la tasa de mortalidad de enfermedades consideradas “modernas” u “occidentales”, como el cáncer, la diabetes y enfermedades cardiovasculares. En las últimas dos décadas, se ha disparado el número de muertes causadas por enfermedades hipertensivas, arritmias cardíacas, arteriosclerosis, aneurismas y disección aórtica, y por los siguientes tipos de tumores malignos: colon, colon sigmoideo, recto, ano, hígado, páncreas, tráquea, bronquios, pulmón, cabeza y tejidos linfáticos. En los últimos 16 años, se ha duplicado con creces el número de muertes causadas por cáncer de colon, de colon sigmoideo, de recto, de ano, de páncreas, de tráquea, de bronquio, de pulmón y de cabeza. El número de muertes causadas por la hipertensión ascendió de 1.700 en 1997 a 4.574 en 2013. Además, el número de muertes causadas por arritmia cardíaca se ha triplicado con creces durante el mismo periodo (DIES-MINSAL Series Principales causas de muerte tasas según sexo Chile).
En la región de Araucanía, donde reside el mayor porcentaje de indígenas (Johnson, 2017), la tasa de mortalidad de tumores malignos aumentó de 123.1 a 153.2 muertes por 100.000 habitantes entre 2000 y 2011. A su vez, la tasa de mortalidad de enfermedades hipertensivas se incrementó de 12.5 a 20.7 muertes por 100.000 habitantes en el mismo periodo (DIES-MINSAL Series 11- Araucanía). Pese a que la tasa de mortalidad de diabetes se mantuvo constante, el Informe de la ONU sobre la Situación de los Pueblos Indígenas del Mundo subrayó lo alarmante de las cifras: “Alrededor del mundo, más de la mitad de adultos indígenas con más de 35 años padece diabetes tipo 2. Se estima que estas cifras vayan a seguir creciendo. Dentro de algunas comunidades indígenas, la diabetes ha llegado a proporciones epidémicas y ha amenazado la misma existencia de la comunidad” (Muñoz, 2016).
En Araucanía, se ha hallado que la tasa de mortalidad entre los habitantes indígenas es mayor comparada con la de los ciudadanos chilenos no indígenas para las mismas enfermedades. El Ministerio de Salud publica datos que demuestran que los pueblos indígenas mapuches tienen un riesgo de muerte de enfermedades del aparato circulatorio un 60 % más alto en comparación con los no mapuches (Pedero Sanhue, 2011).
Los mapuches que viven en el medio urbano casi siempre tienen una tasa de mortalidad más alta que aquellos viven en las zonas rurales (Pedero Sanhue, 2011). Este mismo concepto sigue siendo cierto con la mortalidad de enfermedades cerebrovasculares y del cáncer, aunque las mujeres mapuches padecen una tasa de mortalidad de cáncer más alta que los hombres.
La tasa de mortalidad del cáncer de los órganos digestivos en las mujeres mapuches es particularmente preocupante.
Modernidad
La aparición de las enfermedades mencionadas arriba entre la población chilena y mapuche se puede asociar con la modernización a lo largo de las últimas tres décadas. Muñoz define este concepto, citando a Bengoa (1996:7): “La modernización, entendida como la adopción no crítica de las normas, la conducta y los productos de los países “desarrollados”, es una realidad universal ahora” (2016). Los nuevos estilos de vida, enfermedades, sistemas sanitarios y métodos de tratamiento se han mezclado con la cultura indígena. Una característica común de la modernización de las comunidades indígenas es el aumento de la vulnerabilidad a enfermedades “modernas”, la cual está afectada por determinantes sociales de salud (Montenegro, 2006). Al vincular la modernización a la urbanización y el intercambio de conocimiento, Torri explica, “con el proceso creciente de la asimilación de la dominante cultura chilena tras la inmigración a las zonas urbanas, los mapuches están expuestos a nuevos conceptos cuando los profesionales biomédicos diagnostican enfermedades crónicas, como el cáncer, el derrame cerebral y la diabetes” (2011). Después, los mapuches interpretan, racionalizan y tratan las enfermedades diagnosticadas por los profesionales biomédicos. Un estudio de Muñoz halló que “todos los usuarios identificaron la diabetes y la hipertensión como enfermedades ‘que no teníamos antes’. Atribuyeron estas enfermedades al consumo de comida procesada con alto contenido de grasas y azúcares y asocian estas comidas con un estilo de vida moderno” (2016). Por lo tanto, la modernidad ha tenido un efecto visible sobre la salud de los indígenas.
Es importante resaltar que la etiquetación de ideas y conceptos como “modernos” obliga la presencia de la etiqueta contraria: “no moderno”. El actual sistema hegemónico aprecia la modernidad y rechaza todo lo “pre-moderno” (Awah, 2008). Este proyecto intenta evitar la denominación de “mejor” o “peor” que se asocian con la modernidad. Cuando se adaptan los métodos y creencias, no es que busquen modernizarse y, por ende, volverse mejores, sino que quieren cambiarse para satisfacer las necesidades de la comunidad. Este cambio es inevitable cuando surja la modernización. Los conceptos de “moderno” y “pre-moderno” entrecruzan e interactúan. Las enfermedades modernas no solo son conocibles por la medicina moderna – es permisible y aceptable que la medicina no moderna trate las enfermedades modernas (Awah, 2008). Esto es precisamente lo que este estudio busca investigar – el entrecruce de lo moderno y lo no moderno y la adaptación de prácticas basada en la transmisión del conocimiento.
Imagen: pxhere.com
Rosalie Mattiola estudia en George Washington University.