Escrito por Alexia Rauen
Traducido por Pilar Espitia
El texto autobiográfico de Mansoor Adayfi publicado en 2021 Don’t Forget Us Here: Lost and Found at Guantánamo [No se olviden de nosotros: De cómo me perdí y me encontré en Guantánamo] transporta a los lectores a la bahía de Guantánamo en Cuba, a un mundo en el que niños y adultos son torturados de forma rutinaria por los Estados Unidos. La bahía de Guantánamo es una base naval en posesión de Estados Unidos desde 1903. Adayfi pasó su niñez en las montañas idílicas de Yemen1 con sueños de estudiar en los Emiratos Árabes Unidos.2 Cuando Adayfi tenía 18 años, viajó a Afganistán en un viaje de investigación para un importante jeque que le prometió una carta de recomendación para la universidad a cambio de su trabajo.3 En ese entonces, los Estados Unidos ofrecían recompensas por atrapar a combatientes talibanes y de Al-Qaeda; Adayfi fue capturado y vendido por caudillos que lo obligaron a decir que era un miembro de Al-Qaeda o que, sino, los estadounidenses lo matarían.4 A su vez, los estadounidenses capturaron a un muchacho yemení de 19 años y reinventaron la narrativa de quién era. Se convencieron de que era un general egipcio mayor (“incluso creían que [el general] se había hecho una cirugía plástica para verse jóven y diferente, supongo, para que se pareciera a mí”) y lo torturaron por años para obtener información que él de ningún modo podía poseer.5
La autobiografía es una fulminante acusación de un sistema militar/industrial anclado en la tortura. Los militares usaban gas pimienta, agredían sexualmente y golpeaban a los detenidos.6 Mohamedou Ould Salahi, autor de The Mauritanian [Diario de Guantánamo en español] también ha confirmado que sufrió agresiones sexuales mientras estaba en Guantánamo. Los Estados Unidos mantenían niños detenidos con los prisioneros adultos, como es el caso de Ismatu Allah de catorce años.7 Adayfi estuvo en confinamiento solitario por semanas.8 Los detenidos protestaron con huelgas de hambre frente a las condiciones abusivas (incluido Adayfi) y, como respuesta, los presos fueron atados a sillas tipo silla eléctrica y violentamente alimentados mediante sondas para alimentación.9 Existía un irrespeto generalizado por las prácticas religiosas de los detenidos y por el Corán: “Han pateado libros del Corán, se han parado sobre ellos, los han tirado en cubos para defecar, y cosas peores”.10
El sistema militar/industrial no opera por sí mismo: es apoyado y legitimado por organizaciones y oficiales. La Cruz Roja, organización que Adayfi confirma estaba tanto en Kandahar como en Guantánamo, falló al no ayudarle de manera significativa; más bien, él cree que esta organización estaba allí “para darle legitimidad a lo que los estadounidenses estaban haciendo”.11 La promesa falsa del ex-presidente Barack Obama de cerrar Guantánamo nunca se hizo realidad. A lo mejor, lo mismo se podría decir de la promesa de la administración Biden.
El tema de la humanidad es un aspecto clave en la autobiografía de Adayfi. Está desesperado por que los Estados Unidos le reconozcan su humanidad y, al traernos a su mundo, nos lleva a reconocer la humanidad de sus “hermanos” – los otros detenidos. Adayfi también es ingenioso. Cuando los militares trajeron aspiradoras para limpiar y las dejaban encendidas para crear un ruido ensordecedor y torturar a los prisioneros, Adayfi pretendió amar tanto el ruido que rogó para no ser separado de este. Esto llevó –por supuesto– a que fuera separado de la aspiradora, aunque fuera solo por un tiempo.12 Si el fin de Adayfi era mostrar su humanidad, lo logró de sobra. Su autobiografía le recuerda a los lectores sobre nuestra humanidad colectiva, donde el abuso y la tortura no pueden ser tolerados.
Adayfi fue finalmente liberado de Guantánamo en 2016, pero en vez de volver a casa, fue forzado a reubicarse en Serbia, pues Estados Unidos consideró que no podía volver a Yemen.13 Antes de su liberación, Adayfi había aprendido inglés y planeaba completar sus estudios universitarios.14 En octubre de 2021 se graduó de la universidad, entre los mejores estudiantes de su clase. Adayfi ha tenido logros remarcables a pesar de los años de tortura causados por los Estados Unidos. Actualmente, esta tortura ha vuelto a ser centro de atención, mientras la Corte Suprema de los Estados Unidos contempla si debe permitir el testimonio de detenidos torturados por contratistas gubernamentales. La Corte quiere saber por qué al detenido Abu Zubaydah no se le permite dar testimonio. Parece que el gobierno de los Estados Unidos está decidido a silenciar las voces de Guantánamo. Afortunadamente, Adayfi se ha pronunciado y su autobiografía debería despertar la consciencia estadounidense para cerrar Guantánamo. Solo espero que Adayfi continúe con su historia y escriba otro libro para el mundo, a lo mejor, como lo menciona en su autobiografía, sobre su vida en Serbia.
- Mansoor Adayfi, Don’t Forget Us Here: Lost and Found at Guantánamo, (New York: Hachette Books, 2021), 9-10.
- Ibid, 16.
- Ibid, 15.
- Ibid, 4.
- Ibid, 337.
- Ibid, 91, 187.
- Ibid, 42.
- Ibid, 54.
- Ibid, 205-06.
- Ibid, 74.
- Ibid, 27.
- Ibid, 129.
- Ibid, 357.
- Ibid 286, 289.
Adayfi, Mansoor. Don’t Forget Us Here: Lost and Found at Guantánamo [No se olviden de nosotros: De cómo me perdí y me encontré en Guantánamo] New York: Hachette Books, 2021.
Imagen: Archivos Nacionales de Estados Unidos y Servicio de Distribución de Información Visual para la Defensa (DVIDS por sus siglas en inglés)