Escrito por Alexia Rauen
Traducido por Pilar Espitia
Como en gran parte del mundo, la pandemia de la violencia contra la mujer también ha azotado a Puerto Rico. En enero de 2021, el gobernador de Puerto Rico, Pedro Pierluisi, declaró un estado de emergencia para responder. En mayo de 2021, los puertorriqueños se tomaron las calles para protestar después de que dos feminicidios ocurrieran. Andrea Ruiz fue asesinada por su ex-novio, Miguel Ocasio, después de que no pudo obtener una medida cautelar, y Keishla Rodriguez fue asesinada por el boxeador Felix Verdejo después de confesarle que estaba embarazada de él. La indignación frente a la violencia de género ha llegado incluso hasta Bad Bunny, el artista puertorriqueño de música trap, y cuyo video musical “Solo de mi” muestra a una mujer cada vez más llena de moretones y sangre a punto de salir del escenario, lo que hace presumir al espectador representa el abandono de su agresor. Pero para muchas mujeres en Puerto Rico, hay pocas opciones o protecciones para aquellas que desesperadamente tratan de escapar. De acuerdo con NBC News, las cortes de Puerto Rico han negado el 68% de las medidas cautelares requeridas en los últimos nueve meses.
El Observatorio de Equidad de Género de Puerto Rico, una coalición de organizaciones feministas y derechos humanos en Puerto Rico, marcó la temporada de huracanes en septiembre de 2017 como un momento crucial para el incremento de la violencia contra las mujeres. Con “los refugios y las estaciones de policía…diezmados” las mujeres tenían pocas opciones. Y, por supuesto, la pandemia de COVID-19 ha causado un incremento de la violencia contra las mujeres, en lo que Naciones Unidas ha llamado una pandemia que se mueve en las sombras. Pero la violencia contra las mujeres en Puerto Rico no es nueva: la Unión de Libertades Civiles de América (ACLU por sus siglas en inglés) reportó que en junio de 2012 Puerto Rico “tuvo la tasa per cápita más alta en el mundo de mujeres mayores de 14 años asesinadas por sus parejas”. La fuerza policial puertorriqueña es cómplice ya que falla al investigar la violencia contra las mujeres, fracasa al hacer cumplir las medidas cautelares y también es perpetradora, en sí misma, de violencia doméstica.
El estado de emergencia declarado en enero 2021, a través de la orden ejecutiva 2021-13, estableció un comité –PARE (Protección Apoyo Rescate Educación)– para reportarle al gobernador la implementación de las metas de la orden, que incluye programas dirigidos a la prevención de la violencia y la provisión de servicios para sobrevivientes de violencia de género. El Washington Post notó que “el mandato ejecutivo es amplio y poderoso: ayuda a proteger a las mujeres que han impuesto órdenes de alejamiento, apela a la creación de una aplicación móvil para las mujeres que se sienten amenazadas y lanza una campaña mediática para educar al público”. En Puerto Rico, el reporte del PARE de abril de 2021 resalta varias metas importantes, entre ellas, establecer regulaciones sobre las evidencias de agresiones sexuales, protocolos para la investigación de violencia contra las mujeres, y planes para el desarrollo económico y la independencia financiera de las mujeres. El estado de emergencia también llevó a Pierluisi a solicitar siete millones de dólares del presupuesto de Puerto Rico y de “fondos federales para la pandemia”, de los cuales, inicialmente, solo se aprobaron 200.000 dólares. Finalmente, en mayo de 2021, los siete millones de dólares en total fueron aprobados.
El estado de emergencia es el resultado de activistas que exigieron una acción colectiva en Puerto Rico desde el año 2018. La anterior gobernadora, Wanda Vasquez, anteriormente había declarado una “alerta nacional”, pero falló en declarar un estado de emergencia; la alerta declarada poco fue implementada. Hay nuevas preocupaciones por parte de grupos feministas, como la Colectiva Feminista: el PARE, después de varios meses de haber sido declarado el estado de emergencia, los ha decepcionado y ha fallado en producir resultados tangibles. Puerto Rico todavía tiene un largo camino por recorrer, pero las feministas de Puerto Rico no se rendirán tan fácil.
Imagen: Flickr, Lorie Shaull